Españolismo


El nacionalismo español tiene una particularidad, un handicap considerable. Es incapaz de expresarse en positivo, salvo topicazos y vagos lugares comunes. Al fin y al cabo, la idea de "España" y sobre todo la de "el pueblo español" es tan abstracta como heterogénea. Es difícil encontrar complicidades socio-culturales para el conjunto de los "españoles", algo que, por contra, parece bastante más sencillo cuando hablamos del "pueblo vasco", "los ingleses" y otros casos. Un problema similar, por ejemplo, a la hora de referirse al "pueblo belga".

El españolismo, sin embargo, se mueve como pez en el agua cuando se reafirma con carácter ofensivo. La demonización del nacionalismo catalán, primero, y de toda Catalunya como fórmula más visceral y sin embargo ampliamente extendida, en segundo lugar, vienen a ser expresiones de masas del pensamiento que difunde la conciencia nacional española. Es especialmente notorio la agresividad contra el catalán, idioma que se percibe como amenaza real hacia el castellano por su resistencia, a pesar de los envites expansionistas de la lengua castellana en zona catalanoparlante, una lengua además "culta" por ser de origen latino, y con una proyección internacional que saca de sus casillas al buen español. Con respecto al nacionalismo vasco, qué duda cabe, la reprobación es total, pero sin embargo distinta. La existencia del conflicto armado permite que la animadversión sea fruto de la inercia y no necesita de más madera ideológica día sí y día también. Además, está comunmente extendida la idea de que hay "vascos no nacionalistas y por tanto buenos españoles" a los que se les debe mantener el afecto, cosa harto dudable en el caso catalán en el que la postura catalanista del PSC parece mostrar una conjura antiespañola desde Girona hasta Tarragona. (...)

Por tanto, el nacionalismo español además de necesitar unos viscerales, irracionales y detestables enemigos, se encuentra con una incongruencia que salva a duras penas y es la incapacidad de defender una España "plural" y plurilingüe. Será que no encuentran quién lo haga, no deja de sorprender que quienes claman desde posiciones pro-españolistas por este plurilingüismo, sean analfabetas en otra lengua del Estado, y sin embargo quienes, supuestamente, agreden la presencia del castellano, hablen con absoluta perfección su lengua propia y la española. Curioso, sin duda.

El nacionalismo español tiene otra característica, genialmente retratada en el libro de Carlos Taibo "Nacionalismo español: Esencias, memorias e identidades", y es que hasta reciente fecha no se ha reconocido como tal. Así, como "nacionalista" sólo cabe dirigirse, de modo despectivo, a quién desde la periferia entiende que su referente estatal es otro distinto al español, bien sea el vasco, el catalán, el gallego. Eso, por supuesto, le convierte en una bestia irracional y racista. El nacionalismo español, el mismo que provocó 40 años de dictadura, tiene el garbo y el desparpajo de presentarse a sí mismo como única fuente de ciudadanía, en una notoria huída hacia adelante. Algo así como, "ya que he sido y soy el más facha y anti-ilustrado, voy a convertirme en el más ciudadano y liberal, a ver si cuela". A algunas y algunos parece que sí, que ha colado.

Por tanto, la hegemonía cultural nacionalista española presentaba como "nacionalismos" a los demás, y como racionalidad ciudadana al propio. Algo así como que no es posible ser ciudadano si no se es español. Después, aclaraban, también se es ciudadano si se es francés, o alemán... entonces uno descubre que para no ser una bestia etnicista ha de tener un referente nacional con un Estado ya constituido. Y ahí venía el problema, porque en las últimas décadas se han creado más estados que en toda la Historia y esto es algo que, bien es sabido, pone muy nervioso a este nacionalismo. Sobre todo porque pone de manifiesto que defender un referente nacional sin Estado, lógicamente, no es incompatible con la defensa de la razón, la ciudadanía, las leyes justas y otras tantas, algo que, vista la Historia, es cuanto menos cuestionable con la idea de España y sus defensores. Y no me hagan sacar la lista.

El nacionalismo español, cada vez más, está reconociendo que lo es, y esta consecuencia entre quienes, más o menos inconscientemente, lo siguen y profesan no es predecible. Al fin y al cabo era muy cómodo decir "ya están los nacionalistas" pero ahora... ¿Si también lo soy yo? Bueno, eso sería quizás mucha reflexión en este caso.
(...)

Enlazando con la fecha, 2 de mayo, me gustaría recalcar el carácter madrileño de este nacionalismo español que se fecha en el siglo XXI pero que es tan rancio y ultra como el original. La idea de España que se está proyectando desde este ámbito es una idea madrileña de España, y esto es debido a varios factores. Unos periódicos y medios de comunicación estatales con base en Madrid y con una difusión mayoritaria sólo en esa comunidad, unos partidos con sede en Madrid, toda la administración del Estado sita en Madrid, el núcleo más numeroso de adscritos al nacionalismo español viven en Madrid... En realidad, y en la práctica, se trata de un nacionalismo madrileño de ámbito estatal. Festejemos, pues, este 2 de mayo que, al menos, empieza a poner a cada uno en su sitio.

Fabio Gonzalez (www.rebelion.org)


5 comentários:

  1. Hostia, Xavier!
    Do Barça para arriba metes unhas fotos que dan medo. Non sei se darei durmido de noite.

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  2. Jaja, a verdade é que si, tiña o ordenador colonizado :)

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  3. Aproveito para comentar unha cuestión "conceptual". No artigo -que non me parece especialmente brillante pero si incisivo nalgunhas das principais contradicións do españolismo- o autor fala reiteradamente de "nacionalismo español". Eu son dos que sempre defendín que era conceptualmente confuso empregar o mesmo termo para os movementos políticos de carácter "defensivo", isto é, que unicamente buscan o recoñecemento da súa identidade sen impoñela a ningunha outra (nacionalismos periféricos, no caso do Estado español) e para a súa antítese, os movementos políticos que na práctica "impoñen" a súa identidade sobre outras. Por poñer exemplos, non me parece que conceptualmente sexa posíbel empregar o mesmo termo "nacionalismo" para os defensores da independencia de Quebec, Escocia, Cataluña, Galiza, Irlanda, etc que para os nazis alemáns ou franquistas españois. O mesmo se o levamos ao ámbito sudamericano, asiático e africano. Unha cousa eran os movementos de liberación (descolonización) e outra o imperialismo das metrópoles. Entón, se uns son nacionalistas, os outros serán imperialistas, chauvinistas, fascistas, ...ou o que corresponda en cada caso.

    Hai teóricos (Rubert de Ventós e algúns máis) que defenden abertamente deixar de empregar o termo "nacionalismo" para referirnos aos movementos sociopolíticos de defensa da identidade e dereito de decisión de Cataluña ou Galiza, substituíndoo por "soberanismo" ou "independentismo", e marcando distancia así cun termo que ás veces é obxecto de caricaturización en base ao que o autor do artigo sinalaba: "tribalismo, esencialismo, aldeanismo, atraso antimoderno,...". Particularmente esta opción non me resulta nin especialmente atractiva (por que debemos pertimir nós que se nos defina desde fóra, sen presentar batalla ideolóxica?) nin tampouco especialmente operativa (dubido de que iso modificase en algo a percepción social sobre o BNG, por exemplo), mais é un tema que suscita opinións para todos os gustos.

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  4. Eu creo que, estratexicamente, non sería axeitado substituír "nacionalismo" por "soberanismo" ou "independentismo". Hai que pensar tamén na percepción social dos termos.

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  5. Si, eu penso o mesmo.

    Por certo, a ver se un día nos xuntamos ti, Adrián, Félix, eu... polo Ribanzo e lle tomamos algo.

    "Ribadenses todos."

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